La semana pasada estuve haciendo un retiro personal por los valles de Ultzama, Basaburua, Imotz, Atetz y Odieta que supuso una experiencia inolvidable, pues descubrí tesoros que no esperaba encontrar en estas merindades relativamente cercanas a la capital navarra.
El valle de Ultzama se encuentra a unos 22 km al noroeste de Pamplona y es una jurisdicción entre varios ríos (Velate, Usillaga, Aizarte, Ultzama…) que está compuesta por 14 concejos con una gestión comunitaria: Alkotz, Arraitz-Orkin, Auza, Eltzo, Eltzaburu, Gerendiain, Gorrontz-Olano, Ilarregi, Iraizotz, Larraintzar, Lizaso, Suarbe, Urritzola-Galain y Zenotz. Actualmente cuenta con unos 1700 vecinos y la localidad más poblada es Iraizotz, aunque la capital administrativa se localiza en Larraintzar que dispone de ayuntamiento, centro de salud, escuela, instalaciones deportivas, bares y restaurantes.
A nivel histórico, cabe señalar la existencia de varios asentamientos humanos durante la Prehistoria y la presencia de varios dólmenes y túmulos que han sido descubiertos en las últimas décadas (Loiketa, Lantz, Aiztaluz, Arkatxu, Arpegi, Ganbaleta, Santa Lucía, Artxar y Maxkar). No obstante, Ultzama se constituyó como un valle importante gracias a los fueros otorgados por Sancho el Fuerte (1211), ratificados por Juana II (1331) y Carlos II (1362). Esta zona era conocida por proveer de caza, madera, ganado y plantas curativas a los habitantes de los alrededores y sus famosas ferias ganaderas eran celebradas en la ermita de Nuestra Señora de Belate hasta 1793, momento en el que estalló la guerra contra la Convención Francesa. Otro aspecto a destacar de la historia de este lugar es que se vio envuelto en un proceso de brujería en 1575, en el cual se efectuaron varias detenciones, destacando la de Sancho de Irazotz (“El bastero de Lizaso”) y las supuestas brujas de Urritzola, Larraintzar y Eltso. Afortunadamente, los vecinos intervinieron en favor de los sospechosos y la pena inicial de destierro por cinco años para los tres acusados se redujo a una pequeña multa. Por último, se ha de mencionar que esta zona fue escenario de las guerras carlistas. A comienzos de 1835, los militares Oraá y Goyeneche fueron violentamente atacados en Zazpi Uturrieta (Siete Fuentes) por el carlista Sagastibeltza tras su retirada en el Valle del Baztán , dejándolos maltrechos y obligándoles a refugiarse en Eltzaburu hasta su huida definitiva de estas tierras.
Actualmente, el punto más conocido de Ultzama por su riqueza natural es el Bosque de Orgi, un bosque milenario muy húmedo y de gran belleza de 80 hectáreas que incluye un parque micológico, un observatorio de aves y una charca salina. Esta superficie forestal destaca por ser el hábitat de 330 especies de plantas herbáceas (muchas de ellas con propiedades medicinales), 28 tipos de arbustos (acebo, brezo, enebro, rusco, zarza…), 18 variedades de árboles (robles centenarios, hayedos, fresnos, olmos, arces…), 12 variedades de setas (boletus, hongo de roble, trompeta de muertos, carbonera, cantarela, palometa, amanita vinosa…), 97 especies de aves (águilas reales, buitres leonados, quebrantahuesos, halcones, milanos, azores, gavilanes, córvidos, lechuzas, búhos, martines pescadores, trepadores azules, mirlos, carboneros, herrerillos, camachuelos, petirrojos, cucos, arrendajos, pinzones, fochas, patos…), 45 tipos de mamíferos (ciervos, corzos, jabalíes, zorros, ardillas, erizos, musarañas, murciélagos…), 15 especies de anfibios y reptiles (ranas, sapos, tritones…) protegidos por el Gobierno Foral desde 1996.
Antiguamente, este bosque y otros de la región eran conocidos por ser moradas de lobos. El antiguo director del Archivo General de Navarra, Francisco Idoate, en su obra “Rincones de la historia de Navarra”, expone las medidas que adoptaron las Cortes en 1652 para erradicar la plaga de lobos, obligando a los propietarios a pagar tarja y media por cada cabeza de ganado mayor y la misma cantidad por veinte cabezas de ganado menor, alegando que con estos fondos se pagaría a los loberos. Los vecinos de Ultzama protestaron ante esta resolución, replicando que ya se encargaban de pagar justamente a sus loberos. Sin embargo, esta ley se mantuvo hasta 1662, aunque se consiguieron algunas modificaciones.
El Bosque de Orgi se encuentra a 25 km de Pamplona, en la localidad de Lizaso, a la cual se puede llegar fácilmente en coche por la N-121-A en dirección a Francia y desviándose en Ostiz. No obstante, existen autobuses desde Pamplona que te dejan en Lizaso (compañía “La Pamplonesa”). El bosque se encuentra dividido en tres zonas: la zona de acogida (Arigartzeta), la zona de senderos (Tomaszelaieta) y la zona de conservación (Muñagorri) que no es accesible al público. En la zona de paseo, se distinguen tres rutas: “el laberinto”, “la senda” y “el camino”. Estos senderos se pueden transitar a pie o a caballo (hay un picadero en frente de la entrada al bosque). La zona más salvaje y menos accesible de las tres es “la senda”. De noviembre a marzo se puede solicitar asistencia en la caseta de información los domingos y festivos de 11 a 14h; de abril a junio y de septiembre a octubre, fines de semana y festivos de 10 a 14h; en julio, fines de semana y festivos de 10 a 14h y de 17 a 19h; en agosto, de lunes a viernes de 10 a 14h.
Lizaso (“el fresnal”) es una localidad de 165 habitantes entre los ríos Arakil y Ultzama. Los monumentos más importantes del pueblo son el túmulo de Maxkar (que ahora está cubierto de vegetación y sólo permite entrever las piedras más grandes) y la iglesia barroca de los Santos San Simón y Judas. El lugar también es conocido, además de por el Área Natural Recreativa del Bosque de Orgi, por la granja-escuela, la hípica, el club de golf y el restaurante “Orgi Jatetxea” que ofrece un menú micológico para los amantes de las setas. Yo me alojé en la casa rural “Flor de Vida”, que se encuentra a las afueras y permite disfrutar de las vistas al monte. Es un lugar muy tranquilo, confortable, con chimenea, gran comedor acristalado y sala de meditación (donde se suelen impartir talleres sobre crecimiento personal y terapias alternativas). Los dueños me trataron como si estuviera en mi segunda casa y me sirvieron un desayuno excelente estilo bufet donde pude degustar los embutidos y queso de la zona, pan recién hecho, leche y yogures de la sociedad agraria Lacturale, zumo de naranja natural, bollería y un delicioso café, aunque también había un surtido variado de infusiones, leche vegetal (soja, arroz, avena), cereales de diferentes tipos, tostadas de pan de molde, mantequilla francesa y distintas mermeladas. Además, la relación calidad-precio es muy buena y la casa permite alojar a grupos de hasta 24 personas.
Larraintzar (“las eras viejas”) se encuentra en la orilla derecha del río Arakil y al oeste de Lizaso. Es la capital administrativa y social del Valle de Ultzama desde 1835. Lo más singular de este concejo son sus caseríos del S.XVIII, un puente románico y la iglesia renacentista de San Pedro que fue sufragada por un indiano y tiene una pila bautismal procedente del despoblado medieval que había junto a la vieja ermita de Udotz. Os podéis alojar en el “Hostal de Gartxenia” en invierno y en “Basoa Suites” (cabañas en los árboles) en verano. Os aconsejo comer en “La posada de Larranitzar” (Larraintzar Ostatu). El menú del día cuesta 10 euros los días laborables y 15 euros los fines de semana. Si queréis degustar algunas especiales con vino de crianza, podéis pedir el menú de 20 euros. De todos modos, también se pueden consumir tapas, bocadillos, ensaladas y platos combinados. En invierno, tanto el “Orgi Jatetxea” como “La posada de Larraintzar” hacen descanso los lunes y los martes. No obstante, tenéis la opción de comer en la “Posada de Arraitz” o el “Restaurante Juan Simón” de Arraitz-Orkin, donde podréis degustar deliciosa comida casera y productos de temporada.
El siguiente pueblo a visitar es Auza, propiedad de los antiguos Hospitalarios de San Juan de Jerusalén en 1180. Hoy en día este lugar es conocido por su criadero de caballos, la Yeguada Haras de Ultzama, del cual salen algunos de los mejores purasangres ingleses que se usan para competiciones hípicas internacionales en España. A nivel arquitectónico, destaca la Iglesia de San Martín, de origen medieval pero reconstruida en el siglo XVIII y cerca de la cual se encuentra la “fuente del ciervo”, de la cual cogí agua sagrada. En este lugar os podéis hospedar en la “Casa Rural Arburu” y comer en la “Posada de Auza”.
Siguiendo el cauce del río Arakil, se llega a Eltzaburu (relacionado con el término euskérico “eltzaurra”, nogal). En esta aldea se encuentra uno de los dos grandes robles que están declarados monumentos naturales por el Gobierno de Navarra, situado en el Paraje de Autsiberri. En esta zona también se localiza el complejo de Otsola Belate, que incluye los dólmenes de Aiztaluz, Azpegi y Gambaleta. También existe una fuente natural con dos cabezas de leones de la que se puede recoger agua utilizada con fines curativos. Os podéis alojar en la “Casa Rural Goiaetxea” (aunque hay otras tres casas más) y comprar setas en el puesto de Etxaburu.
El siguiente pueblo a explorar es Ilarregui (“colina del brezal”), situado en el nacimiento del río Basabúrua. Esta localidad se hizo famosa por alojar a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén en el s.XIII y por ser morada de Juan de Orno, un célebre curandero del S. XVI que durante 30 años se dedicó a recomponer huesos hasta que fue acusado por una costurera, tuvo que pagar una multa de 3000 reales y se le prohibió seguir ejerciendo la profesión. A nivel arquitectónico, sobresale la Iglesia de San Miguel del siglo XVI, que contiene una pila bautismal del S.XII con figuras de animales luchando y que pertenecía a un templo medieval anterior. Si queréis hacer una parada, os aconsejo pasar por el Obrador Bapo, donde podréis comprar unos riquísimos dulces artesanos.
Entrando en el Valle de Basabúrua, se encuentra Erbiti o Erviti (“lugar de liebres”), una villa de 38 habitantes que está vinculada a la familia del mismo nombre, cuyo escudo tiene cuatro liebres doradas. Martín de Erbiti fue valet y guarda de la torre de Pamplona en 1423. Por su parte, Sancho de Erbiti, fue un caballero del partido agramontés que falleció luchando en Cáseda contra el Conde de Lerín en 1477. Por último, Carlos de Erbiti fue capitán de San Martín y recibió varias heredades del patrimonio real en Artajona como recompensa a su labor militar en 1464. En esta aldea resalta la casona conocida como “El Palacio” con un tejado a cuatro aguas y la Iglesia de la Natividad de María que conserva el arco de entrada y la talla de la Virgen en madera policromada del edificio original de finales del S.XIII Finalmente, destacaría la fuente natural que hay cerca de la iglesia y de la cual también se puede extraer agua para propósitos sanadores.
El siguiente punto clave del recorrido fue Jauntsarats (“el señor de los sauces”), pueblo de 50 habitantes donde se localiza el segundo roble pedunculado monumental (Kisulabeko) y el robledal de Beheitikolanda, que se pueden visitar dando un ameno paseo por un sendero ya delimitado. Si queréis tomaros vuestro tiempo para explorar con más detalle el bosque, recomiendo que os alojéis en la “Casa rural Martikonea”, un caserío reformado y completamente equipado de más de 200 años de antigüedad con categoría de 3 hojas y capacidad para albergar a 16 personas. Podéis comer en la taberna “Apeztegiberriko”, una cooperativa de iniciativa social gestionada por mujeres. En el caso de que tuvierais algún percance, debéis saber que disponéis también de una farmacia. Por último, comentar que se están vendiendo pisos y caseríos rehabilitados a buen precio, por si a alguien le pudiera interesar.
Para aquellos que seáis amantes del arte, recomiendo visitar la parroquia de San Pedro de Itsaso, ya que en las paredes laterales podréis encontrar pinturas de Miguel de Baquedano, artista pamplonés que introdujo el estilo rafaelesco en Navarra. En el caso de que os encante el queso, hay que hacer parada obligada en “Gaztandegi Dorrea”.
En la localidad de Beramendi (“monte de hierbas”) se puede ver la casa palaciega Bengoetxea que perteneció al cabo Miguel de Beramendi, apellido que dio nombre a la villa. No obstante, si os gusta la fotografía, aconsejo ir a la zona de la iglesia que es donde acaba el pueblo para tomar varias panorámicas de los montes y bosques locales. Asimismo, desde allí comienza un sendero que os conducirá a una frondoso paraje donde podréis recoger plantas o setas.
Sin embargo, si buscáis alojamiento, recomiendo que vayáis a Udabe y os hospedéis en “Balkonpe Landa Etxea”, una casa tradicional rehabilitada de más de 200 años de antigüedad, cercana a la iglesia románica de Nuestra Señora del Rosario, donde encontré a un pequeño jabato en el patio trasero. A las afueras de la villa también podéis deteneros a comer en el restaurante la “Yeguada Udabe”.
Tomando el camino de Ihaben, en dirección opuesta a la aldea de Itsaso, se puede visitar la capital administrativa del Valle de Imotz. El Valle de Imotz está formado por 8 concejos: Etxaleku, Eraso, Goldaratz, Latasa, Muskitz, Oskotz, Urritza y Zarratz. Etxaleku es la aldea más grande y allí se encuentra el ayuntamiento de esta merindad. Arquitectónicamente, destaca por la antigua iglesia del S. XIV que ahora sirve como cementerio y por sus antiguas casas señoriales del S. XVII y XVIII (Ernatonea, Marimigelenea, Iturrikoa, Herrikoetxea, Zapatiñenea, Etxandia y Dorrotoa). El lugar recomendado para alojarse es la “Casa Rural Argiñenea” y podéis disfrutar de la gastronomía local en “Etxaleku ostatua”. El monte más importante de la zona es el Pagadiandieta.
Entre los ríos Iregi y Luberri se encuentra Oskotz, una localidad ganadera donde se localiza la cooperativa lechera San Miguel de Aralar, que cuenta con 1200 vacas y 1800 ovejas. En Oskotz también se puede admirar la antigua calzada real y las casas señoriales de Juantxenea, Maritonea, Barrantxea, Herrikoetxea, Urtzutegia y Etxeberria. Etxeberria fue convertida en casa rural en 1999 y fue ampliada en 2006 para albergar a 12 personas. En la propia casa se realizan actividades de agroturismo y degustaciones de productos locales (leche, queso, cuajada, requesón, mermeladas, fruta, frutos secos, miel, sidra, pacharán, postres diversos…). En este lugar también existe una fuente natural en la cual se puede recoger agua.
Ascendiendo por la carretera paralela al río Eraso, llegamos a la localidad con el mismo nombre y que también está vinculado a un apellido ilustre. Los Señores de Eraso, cuya dinastía comienza con el mosén Lope de Eraso, poseían un palacio llamado Jauregia que aún se conserva. Asimismo, se preserva una casa-torre denominada Dorrea. Ahora esta localidad es conocida por la presencia de dos talleres artesanales muy particulares: el taller de instrumentos del flautista, luthier y profesor de música Unai Otegi y el taller del zapatero Xabier Iturrioz. Aquellos que apreciéis el arte hecho con las manos y busquéis artículos de calidad, tenéis que visitar a estos dos hombres.
Continuando por la NA-4131, viajamos hasta Zarrantz, localidad que también recibe su nombre de una familia que conserva la casa con la misma denominación y en la cual han vivido 27 generaciones. Originalmente, había un poblado medieval atravesado por una calzada real llamado Ausano, que perteneció al Príncipe de Viana y del cual se preservan algunos restos. Esta terminología procedía del topónimo Ausano, que hacía referencia al monte más singular de la zona. En Zarrantz también existe una fuente natural de la cual se puede recoger agua con fines sanadores.
Siguiendo por el lado izquierdo de la carretera NA-4120, llegamos a Muskitz. En esta pequeña aldea, junto a la iglesia, permanecen tres antiguas estelas discoidales que podéis observar en la fotografía. Asimismo, cabe destacar la fuente natural que recibe el nombre de Iturrotz (Fuente Fría) y de la cual extraje agua sagrada a -5º. Todo un desafío. En varias de las casas también observé que mantenían la costumbre de colgar Eguzkiloreak o enramadas en las puertas. Asimismo, se conservan cinco importantes casas señoriales: Alkatenea, Asiñenea, Itsasonea, Juankonea y Santonea. A las afueras del lugar, se encuentra la “Venta de Bentazarra”, construida a finales del S.XVIII y reconstruida para continuar sirviendo como casa de comidas.
Me quedó pendiente de visitar la villa de Urritza (“el avellano”), que antiguamente fue conocida por albergar una famosa ferrería (de la cual sólo quedan sus restos) y una venta de gran influencia llamada Txurikain, que todavía sigue en pie y que dio cobijo, entre otros personajes ilustres, a Ignacio de Loyola. Junto a esta casona se encuentra la ermita de Nuestra Señora del Camino, dentro de la cual hay una fuente sagrada.
Proseguimos viaje por el Valle de Atetz, atravesando Berasáin, Erice, Labaso y Aróstegui, encontrando caballos panzudos pastando libres a los bordes de la carretera. Uno de los puntos en la ruta donde paramos fue el puente sobre el río Urepel, ya que una de mis canciones favoritas, cantada por Gabitu y Fito, recibe este mismo nombre. Posteriormente, hicimos una pausa en Aróstegui (“casa del herrero”), villa que conserva el “Palacio de Aróstegui” (conocido anteriormente como Arotzeche), el cual fue concedido por el rey Juan II al vicecanciller Pedro Périz de Villana en 1445.
Finalmente, llegamos a la localidad de Gelbentzu, traspasando Gascue, puerta de entrada al Valle de Odieta. El Valle de Odieta es una merindad compuesta por 8 concejos: Gascue, Gelbentzu, Latasa, Ripa, Genduláin, Ziaúrritz, Anotzibar y Ostiz. En Gelbentzu encontramos la iglesia de San Juan Bautista del S. XVI, la Casa Erregerena que tiene adosado un antiguo horno de pan, el inicio de los senderos de Odieta y una fuente natural que hay junto a un lavadero. De esta zona también cabe destacar su idiosincrasia lingüística, ya que se habla un dialecto alto-navarro meridional que podría ser una mezcla entre el euskera cispamplonés y una variante vascófona de Olaibar.
Para terminar, rescataré de este valle las leyendas de las brujas de Anotzibar. Florencio Idoate en su libro “Rincones de la historia de navarra” narra los siguientes hechos:
“Corría el siglo XVI cuando Mari-Juana, soltera de más de cincuenta años; sus sobrinos Martinico y Miguelico de diez y siete años; Miguel Zubiri y Gracia, su mujer, de poco más de cuarenta años, fueron denunciados por sus vecinos. La acusación fue presentada ante la Corte Mayor por Don Pedro de Esain, abad de Ziaurritz y Anotzibar, en vista de las manifestaciones que le hiceron los padres de los muchachos y María de Larrainzar, su abuela, de que “una mala mujer las había estragado y hecho hechiceros a sus hijos y nietos”. Les acusaban de entrar volando en las casas de forma de perro, gato y otros animales. Estropeaban los campos, entraban en las iglesias y se burlaban de la Cruz y de los santos. Muchos terrenos sembrados de los vecinos se perdían por una enfermedad llamada “illiortia”, pero los terrenos de las brujas daban buenas cosechas.
Según decían, las brujas, también habían matado a un hombre, Pedro Miguel, cuando llegaba al pueblo una lluviosa tarde.
María de Larrainzar dijo que tres de sus niños se habían acostado por la noche perfectamente y para el mediodía siguiente habían fallecido. A la señora Gracia la acusaron de no ir a misa, pero la mujer llevaba enferma seis años. En la cama se enteró de que había sido embrujada.
El padre de Mari Juana llevó un cura para que le hiciera conjuros a su hijo. Después le regaló un jamón, pero cuando se marchaba hacia su casa se encontró con Mari Juana y sus amigas brujas. El cura se asustó y murió a los pocos días sin probar el jamón. Pero Mari Juana dijo lo siguiente: que aquel cura vaciaba la bolsa y la cocina de su padre y que por ello había muerto.
Mari Juana y Miguel fueron torturados en el potro y les aplicaron el tormento del fuego en un brasero, untándoles los pies con aceite hirviendo y arrancándoles así algunas confesiones vergonzosas. Gracia murio de debilidad en la cárcel, casi abandonada. Treinta y cinco años antes a las brujas de Esparza de Salazar les condenaron a un año de destierro. Para las de aquí, sin embargo, no hubo ninguna compasión”.
Cerca del pueblo de Anotzibar se encuentra el manantial de Aingeru Iturri, del cual se dice que su agua también posee propiedades curativas.