Icono del sitio Por encima de todas las zarzas

Herensuge, Edensuge, Iraunsuge

Con la celebración del Solsticio de Verano o Noche de San Juan se abrió la puerta mágica del periodo estival, irrumpiendo con majestuosidad el poder de un antiguo númen vinculado a los misterios del fuego y la alquimia: Herensuge.

La palabra Herensuge deriva del término euskérico “suge” que significa “serpiente”, aunque podríamos vincularla a otros vocablos como “erheri” (salamandra) o “erexegin” (encender), conceptos que probablemente acabaron definiendo su apariencia de dragón.  Otras terminologías asociadas que podríamos considerar serían: “eresi”, tanto con el significado de “deseo o ansia”(variante del vizcaíno “erautsi”), “terror o espanto” (derivado del bearnés, “heresse”) y “persecución” (acepción probablemente posterior ligada a “herex” o hereje); “hereze/hereza/heresa” que hace referencia al color amarillo de una hierba llamada “gualda”, “gabarro” o “flor de San José” (reseda ruteola) que podría recordar al dorado de las escamas de un dragón; “herren/erren” que significa “cojo”, señalando seguramente la ausencia de patas en la parte posterior, pues en algunas representaciones se sustituyen los cuartos traseros por una cola. De todos modos, la palabra “erren” también significa “espina”, que bien podría relacionarse con la cresta de pinchos o placas salientes de este animal mítico, aunque recordemos que para entrar en el mundo de las hadas y otros seres de leyenda hay que saltar por encima de todas las zarzas, asumiendo el sacrificio de ser arañado por sus espinas. Un último vocablo que cabría mencionar, a pesar de que la relación sea menos evidente, sería “heren” con el significado de “tercio o tercera parte”, ya que el número tres en la concepción cosmogónica y mágica de los vascos tiene una gran importancia (al igual que en otras tradiciones como la celta).

Otra cuestión a considerar es que autores como Lahovary relacionan a Herensuge con la “Serpent d’Airain” o “serpiente de bronce” bíblica. Esta serpiente sería la que surgió del bastón de Aarón, hermano mayor de Moisés y primer sumo sacerdote de Israel. Este personaje arrojó su bastón frente al faraón de Egipto, convirtiéndose en una sierpe que desafío y devoró a las otras serpientes de los magos del reino (Libro del Éxodo).

La serpiente que se menciona en la Biblia recibe la denominación de “nahash” o “najash” (del hebreo, נָחָשׁ o nāḥās). Dicho término se utiliza tanto a la hora de hacer referencia a la serpiente del Génesis que tentó a Eva y Adán para que comieran del árbol del conocimiento como a la que aparece en el Libro del Éxodo (la traducción literal del hebreo es “el serpiente” y nos remitiría a la idea de Satán como personificación del mal). En Oriente Próximo este animal estaba asociado a distintas divinidades (Tiamat en Babilonia, Apofis en Egipto, Ningishida en Mesopotamia, Enki en Sumeria, etc), que posteriormente se transformaron en criaturas temibles con connotaciones demoniacas. La serpiente, originalmente, era considerada una entidad creadora, protectora y dadora de conocimiento, aunque también existen representaciones de monstruo marino primigenio que tienen una naturaleza destructora (Taninim o Leviatán; Jörmungandr).

En la versión bíblica masorética, producida por eruditos hebreos que buscaban una transmisión fiel de su contenido, se menciona la palabra “nahash” como una especie particular de serpiente, ya que se utilizaban los términos “Seraphim” y “Tannin” para designar a otras tipologías de ofidios. La palabra “serafín”, en antiguo hebreo, provenía del verbo “saraph” que significa “quemar”. Por tanto, los serafines serían “los que queman”. No obstante, otra acepción que se le da al término es el de “quien provoca inflamación” o “venenoso”. Este sentido se asociaba a la representación primitiva de los serafines como criaturas serpentiformes de fuego con alas que habitaban en el desierto. Dicha simbología probablemente tenga sus antecedentes en las cobras femeninas egipcias, conocidas como “Urei”, que estaban vinculadas a la diosa Uadjet y tenían una función protectora para evitar las picaduras de las serpientes y otros males de naturaleza mágica. Progresivamente, la referencia a las serpientes se ocultó en los textos bíblicos porque estos animales adquirieron unas connotaciones negativas a partir del periodo helénico (por su asociación a Medusa). Es de suponer que con los “Tannin” ocurrió algo semejante, pues originalmente eran unos monstruos en forma de serpiente marina que estaban presentes en las mitologías cananeas, fenicias y hebreas como símbolos del caos y el mal.

En el Libro de los Números de la Biblia, la palabra “nahash” también se emplea para hacer referencia a una forma de adivinación con serpientes. Se cree que el verbo hebreo del que deriva (niḥeš), cuyo sentido es el de practicar la adivinación, provenía del arameo. La asociación ente Yahvé y la magia, no obstante, es más evidente en el pasaje del Éxodo citado anteriormente.

Volviendo al contexto vasco, podemos ver que algunos de estos elementos ancestrales se preservan en la figura de Herensuge. Este númen era representado como un dragón de espíritu furioso, demoníaco y destructor, que volaba dejando un rastro de fuego a su paso, emitía un sonido aterrador y se alimentaba de ganado y, en ocasiones, de humanos a los que raptaba y estrangulaba. En la mayor parte de relatos se le describe con una sola cabeza y cuatro patas, aunque en otros tiene siete cabezas o no tiene patas traseras. Según se cuenta en Ezpeleta, las siete cabezas no son permanentes, pero cuando surge la séptima, esta criatura se incendia en llamas e inicia su vuelo raudamente hacia Poniente, donde se hunde en Itxasgorrieta o “región de los mares bermejos” (lugar donde la diosa Eguzki se oculta cada día). Aquí se ve claramente su asociación con el sol y con el fuego como elemento vinculado a él.

Los nombres por los cuales se conoce a este númen varían de una localidad a otra: en Ainhoa se le denomina Herensuge; en Ezpeleta y Labort, Herainsuge; en Tardets, Lerensuge; en Sara y Zugarramurdi, Erensuge o Eldensuge; en Camou y Game, Errensuge; en Uhart-Mixe, Edansuge; en Ataun, Iraunsuge; en Doneztebiri, Edensuge o Edeinsuge; en Errenteria y Uhart-Mixe, Edaansuge; en Zaldivia, Igensuge; en Otxandio, Ersuge; en Liguinaga, Ensuge; en Zubiri y Lekeitio, Sierpe; en Mondragón (anteriormente, Arrasate), Dracoi o Dragón.

De estas variantes me gustaría destacar tres de ellas, ya que añaden algunos matices a la personificación de esta criatura mítica. La primera a mencionar sería “Edensuge” (con su derivación fonética Edaansuge), que establece una relación directa entre el númen y la serpiente del Paraíso, dando a entender que se trata de la misma entidad. Por otro lado, “Edansuge”, aunque probablemente sea otra variante fonética del primer sobrenombre mencionado, podría analizarse desde su etimología euskérica. “Edan”, en “batua” (versión moderna y estandarizada del euskera), significa beber, pero en euskera antiguo se traduciría como “absorber” con el sentido de ingerir e empaparse de la esencia de aquello que se consume, integrándola dentro del ser. Si pensamos en Herensuge como criatura de fuego primordial, podemos imaginar que todo lo que pasa por ella retorna a la fuente y acrecienta su poder, transformándolo. También sería factible interpretar esa “absorción” en términos mistéricos, refiriéndonos a la asimilación de conocimiento oculto, siendo este númen el facilitador de dicha sabiduría arcana. Por último, quisiera remarcar el vocablo “Iraunsuge”, del cual habría que señalar el término “Iraun” que significa “permanecer o perdurar” (haciendo referencia a que hablamos de un ser que está más allá del tiempo y que ha sobrevivido a los ciclos de cambio), pero también “sufrir” y “resistir” (dando a entender que su pervivencia ha sido puesta a prueba y que el sacrificio forma igualmente parte de su naturaleza).

En cuanto a sus moradas, se dice que el cuerpo de Herensuge yace siguiendo el curso del río Plazaola (Larraun, Navarra), con la parte delantera en el Valle de Ultzama y la parte trasera en la Sierra de Aralar. Otros relatos narran que habita en la cueva de Azalegui o en la caverna de Ertzagania en la Sierra de Ahuski (Pirineos Navarro-Franceses), mientras que otros localizan su guarida en la montaña de Muragain (ente Álava y Guipúzcoa) y otros apuntan a la Peña de Orduña (Vizcaya). También hay leyendas que lo sitúan en el Bosque de Arbailles (región de Nueva Aquitania, entre Soule y Nafarroa Behera), en la cueva de Faardikoharri (Sara) y en la caverna de Urgull (San Sebastián). Asimismo, otras historias cuentan que vive en el monte Mondarrain (Lapurdi), otras en la cueva de Balzola (Vizcaya) y otras que merodea por las minas del monte Udala, cerca de Arrasate (actual Mondragón).

La leyenda del nacimiento de Herensuge, que se remonta al S.XIV, fue recogida por el filólogo e historiador Augustin Chaho, nacido en Tardets (Zuberoa) en 1810. Este autor probablemente documentó este relato gracias al Vizconde Charles de Belzuntze (Lapurdi). En dicho pueblo es donde tuvieron lugar los hechos. Según se cuenta, hace varios siglos un gallo puso un huevo y lo escondió en un estercolero que se encontraba en un cruce de caminos, cerca de Hirubi. Al cabo de siete años, surgió una culebra del huevo. Siete años más tarde, la serpiente había aumentado cien veces su tamaño. Luego le salieron tres cabezas y echaba fuego por todas ellas. En su lomo tenía dos grandes alas que le permitían sobrevolar la región, sembrando el terror en la zona. Gastón Armand, nieto del alcalde de Baiona y muchacho con gran ansia de aventura, se enteró de que el dragón acababa de salir de su letargo de siete años, causando importantes destrozos. Fue donde su abuelo después de hablar con unos cuantos testigos y le pidió que le permitiese ir a matar al monstruo. Éste se lo negó, pero el joven decidió enfrentarse a Herensuge a escondidas. Preparó sus armas y algunas provisiones y, acompañado por su escudero, se dirigió a su guarida. Llamó al dragón con tono amenazante y espero a que surgiese de la cueva, mientras su escudero corría a esconderse. Una vez estuvieron frente a frente, se estudiaron durante unos segundos y el animal lanzó una primera llamarada. Luego se abalanzó sobre el muchacho, quien clavó su lanza en el corazón del dragón hasta que este se desplomó. Por el peso, la bestia empezó a deslizarse por la sima y Gastón no tuve tiempo de apartarse, rodando junto al dragón montaña abajo. Finalmente, el abuelo encontró ambos cuerpos en el río Errobi. Cortó la cabeza del monstruo y enterró a su nieto con la espada del tatarabuelo Txikon, quien estuvo presente en la jura del fuero de Ricado Corazón de León. Desde entonces, una serpiente con tres cabezas preside el escudo de la familia Belzuntze.

A raíz de esta leyenda, se forjó la creencia de que el huevo era el arma mágica para vencer a esta criatura, evitando su renacimiento. Normalmente se trataba de un huevo pequeño, empollado por una paloma azulada en la hierba. Las mujeres de Alsasua afirmaban que debían transportarlo bajo las alas de una gallina (preferentemente negra) a un cruce de caminos y romperlo allí, comprobando que no tuviera yema. Una vez destruido, tenían que prender un fuego encima.

 

Una de las historias más conocidas sobre Herensuge es la del Dragón de Arrasate. Esta localidad era un antiguo pueblo en la cuenca del Alto Deba que compaginaba las tareas agro-ganaderas con la minería. Una vez al año, el monte cercano crujía y del interior de una sima emergía el terrible monstruo, echando fuego por la boca y arrasando todo lo que quedaba bajo sus enormes patas. Los habitantes de la villa, que llevaban mucho tiempo sufriendo las devastadoras apariciones de Herensuge, decidieron pactar con la bestia. Cada vez que la tierra empezaba a temblar, los vecinos tenían que entregarle una doncella soltera que elegían a suertes y conducían hasta la entrada de la cueva. De ese modo, evitaban los ataques del dragón. Un día, la escogida fue la prometida de un valeroso herrero. Una vez que este logró zafarse de aquellos que lo sujetaban para evitar el sacrificio de su amada, el herrero fue a su taller y tomó una puntiaguda barra de hierro frío que calentó al rojo vivo. Con ella subió hasta la entrada de la gruta cuando justo el animal salía a devorar a la doncella que gritaba espantada. El herrero, de un salto, se interpuso entre ambos y se enfrentó al dragón. Herensuge lanzó una gran llamarada pero el joven logró esquivarla, clavando después con todas sus fuerzas la barra de hierro en la garganta del monstruo, que cayó al suelo moribundo. Como recuerdo de la proeza del herrero, el escudo de la localidad incluyó en su interior la figura del dragón. Actualmente, en Mondragón existe una escultura de Herensuge para rememorar la historia.

La leyenda del Dragón de Mondarrain tiene una estructura similar a la anterior. La diferencia radica en que la joven elegida como ofrenda para el monstruo fue la hija del rey. En este caso, el héroe fue un pastor que combatió al dragón con su bastón y la ayuda de su fiel perro que fue desgarrando las cabezas de Herensuge. Posteriormente, el pastor cortó las siete cabezas, las siete lenguas y añadió un pedacito de las siete enaguas que llevaba el vestido de la princesa. Después se marchó. Como el rey había prometido la mano de su hija a quien la salvase, un joven astuto aprovechó la ocasión y se atribuyó el mérito, llevando como prueba las siete cabezas. Así, el gobernante le permitió casarse con ella. En el banquete de bodas, apareció el pastor con su perro mostrando las lenguas del dragón y los siete trozos de saya de la princesa. Ésta reconoció a su verdadero salvador y acabó casándose con el pastor.

Otra narración de características similares explica que en Alzay fue el hijo del señor del Castillo de Zaro (hoy en ruinas) quien se enfrentó al dragón, envenenándolo y provocando que su cuerpo ardiese en llamas, obligándole a alejarse hacia el mar y segando a su paso las hayas del bosque de Itze.

Otro relato describe las peripecias de dos hermanos del caserío Bargondia, que se propusieron ir a buscar el tesoro que se decía que guardaban las lamias en la caverna de Balzola. El más joven de los dos fue el que penetró en la cueva, encontrándose a una enorme serpiente dormitando. El hermano mayor, viendo el peligro, intentó frenar sin éxito las ansias del joven que, sin pensar, le lanzó una gran piedra a la bestia, cortándole un trozo de la cola. Dolorido, Herensuge se replegó rápidamente en el interior de la gruta. El hermano mayor le reprochó su falta, aunque las consecuencias no llegarían hasta más tarde. Debido a un periodo de escasez, el hermano mayor tuvo que emigrar a tierras lejanas y añoraba mucho su hogar. Un día que lamentaba especialmente la ausencia de sus seres queridos, apareció un hombre elegantemente vestido al que le faltaba la pierna izquierda. Cogiéndole de la mano, lo llevó por los aires hasta la cueva de Balzola. Entonces, el misterioso caballero le dijo: “Ya estás en tu casa. Para que no tengas que marcharte de nuevo, te entrego este cofre de oro y a tu hermano dale de mi parte este cinturón”. Seguidamente, el hombre desapareció y el agraciado fue a casa de su hermano menor a contarle lo sucedido. Al mentar que al caballero le faltaba una pierna, el joven recordó lo ocurrido hace años y decidió atar el cinturón a un nogal para ver qué sucedía. Entonces el árbol echó a arder hasta quemarse por completo en segundos. Los dos hermanos se miraron y comprendieron que hombre era, en realidad, Herensuge, que quería castigar a quien le agravió y premiar a quien trató de evitarlo y se había sacrificado por el bienestar de su familia.

Otra leyenda de gran relevancia es la que tiene como protagonista a Teodosio de Goñi, guerrero vascón del s.VIII, hijo del Señor del Valle de Goñi (merindad de Estella) y uno de los doce miembros del Consejo que gobernaba tierras navarras. Se cuenta que este guerrero, tras luchar contra los godos, se encontró con un extraño caballero de camino a casa que le dijo que su mujer, Constanza de Butrón, le estaba siendo infiel con otro. Loco de celos, el noble espoleó su caballo hasta llegar a su hogar, donde vio la silueta de un hombre yaciendo con una mujer. Pensando que se trataba de su esposa y su amante, los mató con su espada. Al salir de la habitación, se encontró a su mujer. Horrorizado, le preguntó quienes dormían en aquella alcoba. La dama le dijo que se trataba de sus padres, a quienes había alojado en la mejor habitación de la casa: la suya. Por su crimen, Teodosio emprendió una peregrinación a Roma, arrastrando una gruesa cadena y durmiendo al raso. Posteriormente, continuó la penitencia siete años más, esperando a que la cadena se rompiese como signo de liberación divina. Un día, mientras vagaba por la Sierra de Aralar, escuchó un estruendo que venía de una sima. Al acercarse, vio al dragón que justo acaba de despertarse hambriento de un letargo de cien años. Debilitado por el penoso castigo, Teodosio no tenía fuerzas para defenderse y pidió la asistencia del Arcángel San Miguel. Dios escuchó la llamada del caballero en apuros y apremió al Arcángel para que lo ayudara. San Miguel bajó con la chispa del Creador sobre su cabeza y luchó con la bestia hasta darle muerte. Esta historia tiene una clara conexión con la leyenda de Sant Jorge (o Sant Jordi) y el dragón, que está presente tanto en territorio catalán y aragonés como en otros lugares de Europa (Inglaterra).

Según la creencia popular, en agradecimiento por la intervención del Arcángel, Teodosio de Goñi y su esposa mandaron construir el Santuario de San Miguel de Aralar. En dicha iglesia hay unas cadenas colgadas de los muros que, supuestamente, son las del noble y sirven para quitar los males de cabeza y los dolores de dientes si se dan tres vueltas a su alrededor. También se puede encontrar dentro del templo un agujero que es considerado la boca del infierno, ya que bajo él se dice que yace el cuerpo del dragón. Los vecinos de la zona cuentan que, si se mete la cabeza en este agujero, se quitan igualmente los dolores de cabeza. Las mujeres con dificultades para concebir acuden allí el día de San Miguel para pedir que se les conceda la gracia de quedar embarazadas.

Algunos autores como José Dueso vinculan esta asociación entre el Arcángel y la fecundidad a un culto anterior a Hermes/Mercurio o una deidad semejante (¿quizás Herensuge en una faceta más benévola?). Por esta asociación, la Iglesia Católica tuvo sus reticencias respecto a incluir a San Miguel en su calendario festivo. La advocación a este Arcángel no fue aprobada hasta el S.VI, momento en que se inauguró la basílica de la Vía Salaria y se empezó a celebrar el 29 de septiembre como festividad dedicada a San Miguel. Aparte de este día, se asignó el 8 de mayo como segunda fecha para venerar a esta entidad. Curiosamente ésta coincide con la celebración de las Cruces de Mayo (fiesta que sustituyó a la antigua celebración pagana del Beltane celta o el Walpurgis nórdico). Durante estos festejos los campesinos llevaban sus semillas o un puñado de cereales o legumbres para que las cosechas fueran protegidas y las tierras nuevamente fecundadas. Por otra parte, el 29 de septiembre, en algunas localidades como Arretxinaga (Vizcaya), se ejecuta un baile llevado a cabo por hombres solteros, llamado “Ezpata-dantza” (danza de la espada), que sería una reminiscencia de esta lucha entre el héroe y el dragón.

Desde mi perspectiva, la manifestación de folklore popular que sigue rindiendo un homenaje, aunque soterrado, a Herensuge, es la procesión de “faros”, “falles”, “harts”, “haros”, o “brandons” que acontece en San Juan en algunas localidades de los Pirineos (tanto navarros, aragoneses, catalanes y franceses). El ritual consiste en que un grupo de hombres jóvenes (mayores de 16 años), liderados por un hombre adulto (padre, padrino, abuelo) o de rango (alcalde), encienden en lo alto de las montañas unas grandes teas hechas con distintas maderas (roble, álamo blanco, haya, brezo, etc) que luego portan mientras descienden haciendo una hilera en forma de gran serpiente de fuego (un recorrido de unos 20-45 minutos). En algunos lugares, llevan las fallas hasta la puerta del cementerio o a una plaza porticada y dibujan una cruz con las cenizas de la antorcha en el dintel de las puertas o arcos. A la bajada, normalmente les esperan las mujeres solteras con un ramo de flores, dulces (coca, pastas) y licor dulce (moscatel, pacharán). Antiguamente, este rito tenía un sentido iniciático para los varones que iba más allá del evidente simbolismo fálico, sexual y fertilizador. Hoy en día, a pesar de que se ha hecho un gran esfuerzo de reconstrucción y documentación en algunos pueblos, especialmente en la zona de Pallars Sobirà, se ha intentado por otro lado popularizar la fiesta y se permite la participación de otros miembros de la comunidad.

Así que habrá que seguir analizando estos ritos, observar su evolución y prestar una dedicada atención a sus elementos sagrados…

 

 

 

La ilustración de la portada es una creación de Woari, cuya página en Deviantart es: http://woari.deviantart.com/art/Hydra-356170122

La fotografía de la escultura del Dragón de Arrasate es propiedad intelectual de José Javier Sandoval y ha sido tomada de: http://www.eitb.eus/usuarios/fotos/tiempo-naturaleza/detalle/8474832357/dragon-arrasate/

La fotografía de las “falles d’Alins” se ha extraído de la siguiente web: http://www.fallesalins.cat/les-falles/la-baixada-de-falles-dalins/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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